domingo, 28 de junio de 2009

Capítulo II [El pacto de las dos sangres]

Un hombre se ha cubierto de gloria en la lejana Teotihuacan, surgiendo de entre las llamas de la batalla un joven e impetuoso general ha conseguido inmenso prestigio frente a los demás guerreros, y alzándose arrogante en medio de las demás las estirpes bélicas busca conservar aquello que ha conquistado por la fuerza. Por tanto, a pesar de que según los primeros designios de los generales únicamente allanarían el camino en aquellos territorios para instaurar al linaje teotihuacano sobre el trono, Búho Arrojalanzas intuye que debe ceder el mando momentáneamente a Nacido del Fuego, con la única condición de que su propio hijo, Yax Nuun Ayiin I, Primer Caimán, sea su sucesor; su aguda penetración le permite predecir los acontecimientos, pues sabe que no es posible dominar un reino colocando esbirros en el poder, sobre todo si representan al enemigo dominador; su mirada es mucho más vasta: su objetivo no consiste sólo en someter un territorio conquistado, sino en instaurar una nueva jerarquía, un gobierno más poderoso dirigido bajo la insignia de los dioses; la intervención de Nacido del Fuego no se opone a sus fines; al contrario, incluso los favorece, pues Búho Arrojalanzas requiere otra estrategia para conseguir su ejecución, sabe que el cambio sólo puede sobrevenir paulatinamente, y así como el pueblo maya aborrecerá a su conquistador, acogerá exultante a la nueva estirpe que lo libere.
Durante largo tiempo Búho Arrojalanzas había planeado minuciosamente la conquista de Yax Mutal, para conseguirla se unió a una mujer de linaje maya, concibiendo un niño con ella: Primer Caimán, la semilla que inaugurará el movimiento. A diferencia del impetuoso Nacido del Fuego, Búho Arrojalanzas comprendió desde el inicio de sus proyectos que siempre es más sencillo destruir a un enemigo de fuerza inferior que preservar un reino cuando se ha ejercido una violencia brutal, pero en principio necesaria, para obtenerlo; pues la memoria de un pueblo no puede ser manipulada por la fuerza, pero sí por la astucia; por eso ha elegido la política como estrategia de batalla. Desde el inicio su mirada consiguió penetrar de manera visionaria en el futuro, por tanto su proyecto es más vasto e inaudito: sin ocultar la violencia inaugural de su gobierno, sin negar sus orígenes, su vínculo con el imperio teotihuacano, esperará con infinita paciencia a que la sangre de los nuevos gobernantes se diluya en el linaje extinto, para difuminar las líneas divisorias entre mayas y teotihuacanos.
Con el objeto de ocultar sus intrigas políticas bajo la apariencia de normalidad, los gobernantes teotihuacanos acuerdan que Nacido del Fuego ejercerá el poder durante los primeros años del gobierno de Yax Nuun Ayiin I, el joven b’aah ch’ok, el descendiente elegido de Búho Arrojalanzas, pretextando la corta edad del rey. Sin embargo, tal como había previsto Búho Arrojalanzas, a pesar de que el predominio de Yax Mutal sobre la zona maya se ve fortalecido, el victorioso general no consigue ratificar su poder, debido su arrogancia lentamente va perdiendo sus redes de influencia, es aborrecido por el pueblo y su caída se ha profetizado.
Para evitar el colapso Búho Arrojalanzas ha encontrado un aliado clave en un pequeño rey de la región: K’uK Mo’, el señor Quetzal Guacamaya ha demostrado ser uno de los gobernantes más hábiles y populares entre el pueblo maya, con tenacidad y astucia ha conseguido ampliar sorprendentemente sus redes de influencia; pero sobre todo apoya por entero el proyecto de Búho Arrojalanzas: aspira a conformar un nuevo poder dinástico y a afianzarlo para su perpetuación. Sin embargo, a diferencia del noble teotihuacano Quetzal Guacamaya espera que aquel nuevo linaje, reforzado con la sangre de extranjeros, logre fundirse hasta ser absorbido en el oscuro fondo de la sangre de los antepasados.
Ambos líderes conspiran contra Nacido del Fuego, acuerdan que Quetzal Guacamaya se convertirá en el tutor del joven rey, y con el tiempo lo desposará con su hija. Así pues, pactado el acuerdo las fuerzas militares de los reinos mayas sujetos al imperialismo de Teotihuacan marchan hacia Yax Mutal, comandadas por sus gobernantes, y consiguen imponerse inesperadamente al gran general teotihuacano; Nacido del Fuego se ve obligado a regresar, aborrecido, a la gran ciudad de Teotihuacan.
Un nuevo orden comienza a surgir. Yax Nuun Ayiin, Primer Caimán, el rey de las dos sangres, un niño de apenas cinco o seis años, se encuentra recostado sobre un andamio con símbolos celestes, una banda con la imagen de Huunal le ciñe la cabeza; con expresión seria y concentrada ve realizar sacrificios rituales, aquellos hombres desfallecen y se desangran frente a él, no se conmueve: así ha sido educado; piensa que ellos se dignifican y a la vez lo honran con sus muertes. Al terminar, su padre, Búho Arrojalanzas, se acerca con paso lento, lleva sobre los brazos un tocado de jade con incrustaciones de conchas marinas, adornado con plumas de quetzal; al alcanzar a la plataforma se inclina ritualmente sobre el niño y coloca el estandarte en su cabeza: un nuevo señor divino ha nacido en Yax Mutal.
Para preservar su nuevo linaje, durante mucho tiempo Búho Arrojalanzas promovió su hegemonía espuria a través de su hijo; sin embargo, Primer Caimán mantuvo algunos rasgos de la iconografía de los antiguos gobernantes de la región, y logró convertir a Yax Mutal en un símbolo del imperialismo de doble naturaleza para toda el área maya. Así prevalecieron los títulos de la antigua casta, y ‘tajal chaak’, dios antorcha lluvia, epíteto del desgraciado Gran Garra Encendida, resurgió como investidura del gran señor de Yax Mutal.
Pero los reyes mueren y sus fuerzas decrecen, sus planes largamente anhelados casi nunca logran realizarse. El gran rey maya-teotihuacano de Yax Mutal se encuentra fatalmente enfermo, la inestabilidad del reino crece debido a la inseguridad de la sucesión dinástica, aumentan con ella los opositores a la subordinación a Teotihuacan; debido a esto, para evitar una posible rebelión, primer Caimán dicta desde sus aposentos la ejecución ritual de la joven descendencia de sus más acérrimos enemigos, y ordena su entierro sacrificial en su propia tumba: 9 jóvenes nobles marcan el ocaso del rey, 9 jóvenes nobles marchan a su entierro.
Tras el fallecimiento de Primer Caimán, y una vez que el poder ejercido por Búho Arrojalanzas desde la lejana Teotihuacan ha perdido ímpetu y esplendor, decayendo de manera alarmante, Quetzal Guacamaya intuye el peligro de la situación e idea un plan extraordinario: en principio decide apoyar en secreto la ascensión de Siyaj Chan K’inich, Dios Sol Nacido del Cielo, uno de los más fuertes adversarios de la unión maya-teotihuacana, para demostrarles a los señores de Teotihuacan la disminución en que han caído sus fuerzas, así como la vulnerabilidad de su influencia en territorio maya, lo cual le permite condicionar la ascensión de su nieto, Siyaj Chan K’awiil, K’awiil Nacido del Cielo, frente al poder de los extranjeros, y a la vez legitimarlo ante la nobleza maya como el continuador de la tradición dinástica.
Una vez que, con ayuda de los ejércitos de Teotihuacan, Dios Sol Nacido del Cielo es derrotado y destituido Quetzal Guacamaya decide emplear a su nieto para imponer nuevamente la estirpe maya, para hacerla resurgir de las cenizas del olvido, pues en tiempos peligrosos el linaje materno reclama una vez más el poder anhelante de los ancestros. Empero, el gobierno naciente conserva aún algunos rasgos extranjeros en las investiduras del joven rey, los cuales evidencian la continuidad del pacto establecido con Teotihuacan, permitiéndole así perpetuar la restauración dinástica, pues Quetzal Guacamaya puede prever un conflicto militar, que a su vez provocaría la ruina comercial de Yax Mutal si el acuerdo entre las dos sangres es quebrantado, pues la ciudad depende del comercio con Teotihuacan; previsoramente el anciano rey decide conservar los vestigios de aquella unión.
Inicia así una de las épocas más gloriosas de Yax Mutal, bajo la tutela de Quetzal Guacamaya el poder y la gloria de K’awiil Nacido del Cielo adquiere una nueva naturaleza, una dimensión distinta, cobrando renovado impulso en la hegemonía de Yax Mutal, comienza a desplegarse con un esplendor nunca antes visto, y consigue grandiosas victorias sobre ciudades como Palenque, Copán, Quirigua y Ucanal; la vista del señor divino, el restaurador de la gloria pasada, ha conseguido dominar el horizonte.
Sin embargo, quizá sea en los momentos de mayor esplendor, de la gloria más exultante, cuando se presiente con más fuerza la propia debilidad, la impotencia ante el discurrir de los acontecimientos, el augurio irrevocable de la caída. Desde las tierras centrales llega un inquietante rumor, el abuelo paterno de K’awiil Nacido del Cielo, el venerable anciano que procuró la unión con Teotihuacan y aseguró la perpetuación de un pacto de sangre que llevaría a Yax Mutal a deslumbrar al mundo maya, ha fallecido, finalmente ha descendido al inframundo como el originario Dios del Maíz, a la espera de resurgir de la putrefacción de su propia materia; con su muerte iniciará una nueva época en que el profundo vínculo con Teotihuacan se habrá diluido, provocando confrontaciones entre la élite gobernante, una nueva época de inseguridad y de muerte.

3 comentarios:

From the Life and Songs of the Olympian Cowboy dijo...

wBueno, fluye muy bien la explicación de la primera parte. Me gusta. Sigo con problemas acerca de la palabra erección, ya ves que es para niños de secu, ¿no? En mi segunda lectura pondré atención a las palabras que pudieran repetirse. Pero el estilo me gusta.

Traveler dijo...

Muy buena recomendación, muchas gracias amigo, me siento algo inseguro con el texto, no sé a dónde va, quizá podrías ayudandome´analizandolo más como en el rollo argumental, ¿te parece? Leeré la entrada que de tu blog y te comentaré.

Traveler dijo...

Aún tengo muchas dudas sobre este segundo capítulo, pero me alegra que haya cobrado mucha más fuerza de lo que originalmente había ideado para él, las ideas se han unido a la historia central mucho más interesante, pues en realidad los rasgos históricos siempre inconclusos no ofrecen datos verdaderamente interesantes, por lo cual la narración comenzaba a estancarse.
Sin embargo, me parece que todos estos problemas se han solucionado de manera maravillosa aunque quizá arriesgada; desconozco por ejemplo cómo fue el entierro de Búho Arrojalanzas, cuándo murió Quetzal Guacamaya y cómo fue el declive y ruina de Teotihuacán; pero sobre todo no sé quién fue la esposa de Primer Caimán.
Sobre el tercer capítulo aún parece necesario matizar más con respecto a las imágenes, es decir, el ambiente debe ser maya pero requiere una estética más precisa, que se sientan los colores y las formas, el sudor en la piel, las manos cuarteadas o la felicidad por la siembra.