sábado, 27 de junio de 2009

Capítulo IV [El despertar de un coloso]

Calakmul, la capital de Kann, el reino de la serpiente, ha permanecido desde tiempo inmemorial como un coloso enmudecido, reuniendo fuerzas en la oscuridad. Una vez que los acontecimientos del mundo maya se han ajustado a sus designios, los ojos de los sacerdotes de Calakmul observan el cielo, acechantes, sus manos gesticulan ansiosas sobre el fuego de las eras; entre el humo de origen de los tiempos los adivinos profetizan, con voces susurrantes y repletas de maldad, la caída de su enemigo; las estrellas muestran signos propicios, pues Chak Ek’, el Gran Astro, se ha colocado en posición favorable para los designios de Kann. Derrepente la voz enigmática del gran sacerdote se distingue entre los susurros proyectados en el cielo nocturno, que cesan al instante: “El universo entero ha planeado este momento: Yax Mutal debe caer, Tikal debe caer, el mundo no será el mismo de ahora en adelante”; el eco de su voz se pierde en el vacío y los generales de Calakmul se apresuran a alistar a sus ejércitos. Un orden más antiguo que el de Yax Mutal reclama sangre, exige resurgir…

1 comentario:

From the Life and Songs of the Olympian Cowboy dijo...

Vente el lunes a mi clase y platicamos con Simonetta.